CUENTOS Y LEYENDAS

CUENTOS Y LEYENDAS
El hombre que estuvo perdido en el cerro Tzijbachaj
A mi papá le han contado y él me cuenta a mí, que su abuelo estuvo cuatro
días en el cerro llamado Saqb’achaj. Dice que el abuelito se fue a pastorear
a la montaña. Estaba dándole de comer a las ovejas cuando de repente un
ladino le habló y le dijo:
“Señor, ¿Qué estás haciendo aquí y cómo te llamas?”. El anciano le contestó:
“Me llamo Manuel Xocholij y estoy dando de comer a mis ovejas”.
El ladino le dijo: “Es mejor que vengas conmigo porque yo te voy a dar de
comer, te voy a dar todo lo que tú quieras”. El anciano no quiso ir, pero no
recuerda cómo se lo llevó. De repente ya estaba en una casa llena de gente y
de flores. Estaba sentado en una silla mirando a las personas. El ladino le habló
nuevamente y le dijo: “¿Quieres tomar algo?”. Él no le habló para nada.
El ladino fue a traerle comida, pero no comió nada de lo que él le ofrecía. Lo
que hizo fue recoger una tortilla del suelo y empezó a comer. El señor vio que
empezó a comerse la tortilla. La tortilla estaba muy dura, lo regañó mucho y le
pegó, pero el anciano no le hizo caso. Y el ladino con todo su enojo lo fue a
dejar, hasta los cuatro días, al lugar donde lo había encontrado. Por no haber
comido nada de lo que el ladino le había ofrecido, regresó llorando a la casa,
sin las ovejas. Toda la gente le preguntaba qué le había sucedido durante esos
cuatro días. Sí hubiera comido todo lo que él me había ofrecido estuviera aún
en el cerro Tzijb’alchaj y para siempre.
Ch’ob’ol re:
Nik’onel: Catarina Ofelia Xocholij Tepaz
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El CHICHICASTECO
Dicen que cierto día, un señor chichicasteco viajaba a pie a Guineales. Cuentan
que en el camino habitan muchos leones, pero él no les tenía miedo. Iba de
arriba para bajo. Llevaba a su gatito, como acompañante en el camino.
Empezó a darle recomendaciones a su pobre gatito y le decía: “ gatito mío de
repente podremos encontrar algún animal salvaje, te pido que me ayudes”. El
gato siempre le respondía “inyaw, inyaw”. Estaban de camino cuando entró
la noche y durmieron en un hoyo grande. De repente apareció un león grande.
El señor agarró su bastón, mientras el gato se preparó para defenderse. El
gato saltó sobre el león y le sacó los ojos. El señor chichicasteco se alegró con
su gato y le dio más carne.
Ch’ob’ol re:
Nik’onel: Cruz Simaj
Pasenyeb’a’, el Caserío que quiso separarse del Pueblo de Santa
Catarina Ixtahuacán
Los abuelos nos cuentan que hace mucho tiempo había un caserío que,
actualmente, se llama Pasenyab’a’, situado cerca de la Aldea Guineales. Es la
primera aldea que estaba por separarse de Santa Catarina Ixtahuacán. En el
año 1,810, el Caserío de San Miguelito fue el segundo que intentó separarse
de Santa Catarina Ixtahuacán. En el año 1,865 Nahualá se separó de Santa
Catarina Ixtahuacán. Desde 1,990 la Aldea Guineales ha querido separarse
de Santa Catarina Ixtahuacán, pero no lo ha logrado.
Ch’ob’ol re: Juan Tepaz Tuy
Nik’onel: María Cleotilde Tepaz López
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EL HOMBRE POBRE
Estábamos reunidos alrededor del fuego. Mis abuelos nos cuentan que había
un hombre que era muy pobre y sufría mucho. Un día se fue caminando y
decía: ¿ Por qué soy tan pobre y sufro en este mundo?, decía. Siguió
caminando, cuando de repente vio una culebra grande que cruzaba su camino,
entonces agarró su sute¹ ,que tenía puesto en la cabeza, y sobre él escupió tres
veces y cubrió la cabeza de la culebra, para que no se diera cuenta cuando la
pasara. Al regresar, se dio cuenta que ya no estaba la culebra, solo su sute
tirado en el suelo. Rápidamente se fue a recogerlo. Después vio que debajo
de su sute había una cajita de oro que pesaba mucho. La tomó y cubrió con su
sute y se la llevó para su casa. Al día siguiente abrió la caja y vio que estaba
llena de dinero. Fue así como el hombre que era pobre se convirtió en rico.
Al lugar donde encontró la culebra lo llamaron CUMATZ ABÁJ o CULEBRA
DE PIEDRA.
Ch’ob’ol re: Máximo Tambriz y Tambriz
Nik’onel: Catarina Angela Ca Tzep
EL KUMATZA
Dicen que había un hombre que se fue a trabajar. Mientras trabajaba escuchó
un ruido en el río que tronaba, entonces dijo: “Tengo que ir a ver que es ese
ruido”. Al llegar cerca del ruido, vio una culebra grande encima de una gran
piedra. Entonces, rápidamente, regresó corriendo a llamar a sus vecinos y
compañeros. Llevaron un hacha. Cuando llegaron, tomaron el hacha y le
cortaron la cabeza. En ese instante, empezó a salir agua en abundancia de la
parte cortada. A los pocos días el agua tenía un sabor salado. Poco a poco se
fue convirtiendo en un gran río, por lo que llamaron al lugar Cumatza.
Cumatz = significa culebra y tza significa salada.
Ch’ob’ol re: Máximo Tambriz y Tambriz
Nik’onel: Catarina Angela Ca Tzep
¹ Sute, es un pañuelo que se usa para amarrarse en la cabeza
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EL ABEJERO
Cuentan los abuelos que, en aquellos tiempos, un señor fue a buscar abejas al
monte llamado Kaqtz’ulub’. Estaba buscando, cuando de repente vino a su
mente que el cerro Kaqtz’ulub’ daba riqueza. Se cansó de buscar abejas y no
encontró nada. El señor se sentó sobre una piedra y empezó a pensar lo que
iba a hacer. Dijo entonces, lo que voy a hacer es pedir al cerro Kaqtz’ulub’
que me dé miel, de la que tiene. El señor regresó contento porque el cerro le
concedió lo que le pidió.
Ch’ob’ol re:
Nik’onel: Miguel Sohom Guachiac
HOMBRES QUE SE CONVIERTEN EN LOBOS
Dicen que antes los coyotes eran seres humanos. Tienen papá y mamá, pero
por no pensar se convirtieron en animales. Eran hembra y macho y eran pastores
de las ovejas. Un día llegaron al monte y empezaron a practicar cosas malas.
Ellos querían comer sólo carne. Todos los días hacían daño en el monte. Se
comían a las ovejas. Al llegar a su casa le contaban a sus padres que ya no
estaba una de las ovejas, porque ellos se la habían comido. Se comían una
cada día. Al saber esto los padres les preguntaron “¿por qué ustedes no cuidan
a las ovejas?”, Respondieron: “por miedo a que llegue un animal más grande”.
Ch’ob’l re: Diego Guachiac y Guachiac
Nik’onel: Micaela Guachiac y Guachiac
ACONTECIMIENTOS
Esto fue lo que le pasó a un muchacho que se fue a la montaña. Un día encontró
un pozo de agua. En la orilla había piedras donde, se lavaba ropa. El muchacho
se preguntó, ¿ Quiénes serán las que vienen a lavar ropa aquí?. “Seguramente
alguien”, se respondió.
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Al otro día, se fue a vigilar para ver quiénes eran. Se escondió entre los montes.
Había pasado poco tiempo cuando, de repente, observó la venida de dos
muchachas. Cuando llegaron a la orilla del río empezaron a lavar ropa. El
muchacho, entonces, se convirtió en un pajarito. Se fue saltando sobre las
piedras, con un su canto agradable, un silbido excelente. Al escuchar la hermana
menor, dijo, así, a su hermana mayor: “Escucha el canto del pajarito tan
agradable”. La hermana mayor le respondió: “Dejá esa babosada allí, a ti no
te importa”, le respondió.
Sin embargo, a la hermana menor le gustó el pajarito, y dijo: “Seguramente se
dejará agarrar”. Se le acercó. Estaba a punto de agarrarlo cuando el pajarito
dio un salto. No se fue lejos. Poca era la distancia que lo separaba de las
piedras. Estaba nuevamente dispuesta a agarrarlo, cuando el pajarito saltó
otra vez. Luego, el pajarito dio una vuelta de gato y se convirtió en un muchacho.
Se fue con la joven y le decía: “Cásate conmigo”. La joven respondió: “No
puedo porque eres enojado”. “No soy enojado. Tú eres bella ante mis ojos”.
“Está bien, solo que tienes que irte conmigo”. “Ahora no puedo pero mañana
llegaré”. “Si es seguro que llegas, te esperaré en mi casa. Haz lo mismo que
hiciste ahora. Cuando llegues conviértete en pajarito. Pósate en un arbolito
que hay frente a la casa. Ahí podes hacer tu canto agradable, tal como lo
hiciste aquí”. Le dijo la joven al muchacho.
Después regresó la joven con su hermana mayor y siguió lavando la ropa.
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Al otro día, el muchacho hizo lo que la joven le había dicho. Cuando llegó a la
casa se posó encima del arbolito que estaba en el patio de la casa y empezó a
cantar. Su silbido era tan agradable. La joven le dice a su papá: “baje ese
pajarito del arbolito, cómo me gusta su canto”. El papá fue a traer la escopeta.
Al ver eso la muchacha le dijo a su papá: “Mejor traiga una cerbatana, con
eso le puede tirar al pajarito”. El papá usó la cerbatana y cabal le dio un tiro al
pajarito, haciéndolo caer. Luego, la joven lo agarró y lo puso en su dormitorio.
Así fue como el muchacho se casó con la señorita.
Días después, el suegro le dijo a su yerno: “ Hoy voy a bañarme, así que tenés
que construir un temascal”, le dijo. “Esta bien, contestó el muchacho”. Empezó
a construir el temascal y después de haberlo terminado, le dijo a su suegro.
“ ya terminé de construir el temascal”. Esta bien respondió el suegro, “pero es
necesario que adornés la entrada del temascal y lo pintés”, le dijo a su yerno.
El muchacho le dijo a su esposa, “¿ Qué voy a hacer con la entrada del temascal?
Mi suegro me dice que tengo que adornarlo”. La esposa respondió “Prepará
un pito de cañaveral, luego decís: vengan mariposas de oro, mariposas de
plata. Luego soplás el pito y verás como las mariposas llegan y se posan en la
entrada del temascal”. El muchacho hizo lo que le había dicho su esposa.
Llamó a las mariposas, diciendo: “vengan mariposas de oro, mariposas de
plata”, luego sopló el pito. En ese instante aparecieron toda clase de mariposas,
en gran cantidad vinieron. Amarillas, rojas y blancas llegaron. De varios colores.
Se colocaron en la orilla del temascal. Un bello adorno formaron en la entrada
del temascal. Quedó espléndido, maravilloso.
Luego, dijo el hombre a su yerno: “ Hoy voy a bañarme. Tenés que ir a buscar
leña y no quiero cualquier clase de leña. Tiene que ser sacada del Palo Jiote”.
Le dijo a su yerno. El muchacho sin consultar a su esposa se fue a cortar la
leña. Les arrancó los cuernos a los venados. Trajo una carga de cuernos y dijo
a su suegro. “Ya vino la leña”. El suegro se enojó mucho al ver los cuernos de
los venados y saber que se los arrancó. Y le dijo a su yerno. “ Eres un coche
(cerdo), por qué le hiciste daño a los animales”. Lo regañaron demasiado,
luego, le dijo: “Así como los trajistes, así tenés que ir a dejarlos”, le dijo su
suegro. La muchacha le pregunta entonces al muchacho: “¿Por qué no me
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consultaste antes de ir a cortar la leña? Por eso te confundiste”. El muchacho
respondió Pero, “¿cuál es el Palo Jiote que ustedes dicen”. La esposa le
respondió: “Tenés que regresar. Llévarte todos los cuernos y ponéselos
nuevamente a los venados. Después de habérselos puesto, tenés que conocer
las clases de árboles existentes y ver los árboles que no existen. Cuando te
levantés vas a decir esto: “Levántate Palo Jiote de Oro, Palo Jiote de Plata”,
luego te ponés boca abajo. Cuando te levantés vas a ver un árbol que está
cerca de ti. Ese es el que tenés que traer como leña”. El muchacho hizo lo que
se le dijo, se puso boca abajo y dijo: “ Levántate Palo Jiote de Oro, Palo Jiote
de Plata”. Al levantarse, vio una mata de árbol Palo Jiote que estaba cerca. El
tallo y las ramas del palo Jiote se descapan o despelan. Con esto trajo la carga
de leña. Al llegar le dijo a su suegro: “Aquí está la leña, suegro”. El suegro
respondió “Esto es lo que yo quería”, le dijo.
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Luego, le dijo a su hija: “Tenés que preparar el temascal hoy”. La muchacha
preparó el temascal, luego dijo a su esposo: “Cuando entre nuestro papá en el
temascal, tenés que buscar un guacalito”. “Esta bien”, dijo el muchacho, buscó
el guacalito y esperó que su suegro saliera del temascal. También se le había
dicho: “Cuando salga tu suegro del temascal va a vomitar, tenés que recibir el
vómito en el guacalito”. El muchacho hizo lo que se le dijo, esperó a su suegro
en la entrada del temascal. Al salir, su suegro vomitó, y el muchacho lo recibió
en el guacalito. Luego le dijo a su esposa: “¿Qué voy a hacer con el vómito?”.
Su esposa le dijo: “Para eso está la orilla del río. Hacé allí unos hoyos pequeños,
y dejá caer un poco en cada uno de ellos”. “Esta bien”, respondió el muchacho.
Hizo tal como lo dijo su esposa, después de haberlo hecho, regresó a casa.
Otro día, el suegro le dijo: “Andá, ve y búscame algo de comer, siento que me
estoy debilitando. Quiero un buen almuerzo. El muchacho le preguntó entonces
a su esposa: ¿Qué voy a hacer? Nuestro papá me dice, “andá a buscar mi
comida porque quiero un buen almuerzo, porque ahora tengo mucha hambre”.
La muchacha le dijo: “Ah, te acuerdas de lo que fuiste a dejar a la orilla del río.
Andá a ver que es lo que ha crecido en los hoyos pequeños. Eso es lo que
tenés que traer”. “Esta bien”, dijo el muchacho y se marchó. Al llegar a la
orilla del río, vio que en los hoyos, que había hecho, habían crecido plantas de
boxnay. Buenas plantas de boxnay y eso es lo que trajo de comida para su
suegro. Por eso, a esta planta se le conoce como vómito del cerro.
Esto era lo que le sucedía al muchacho, por la envidia que sentía su suegro,
por haberse casado con su hija.
Después le dijo: “Joven, andá a hacer nuestro roce. Andá a hacer nuestro
trabajo, tenés que dejar terminadas cien cuerdas en un solo día”. El muchacho
dijo, entonces, a su esposa: “¿Qué voy hacer, nuestro papá me dice que debo
hacer cien cuerdas de roce y que tengo un solo día para dejar hecho todo?”.
La esposa respondió “Nuestro papá te dice así, porque te envidia mucho. Le
cayó mal que te casaras conmigo. Lo que él quiere es corretearte de aquí. Le
cae mal que estés aquí. Pero no te preocupés. Cuando te vayás al trabajo
tenés que afilar bien tu machete. Cuando llegués sólo le das un machetazo a
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cada árbol. Tal véz logrés machetear algunos y otros no. Después de haberlo
hecho, vas a decir esto: Ven Wamul de Oro, Wamul de Plata. Vas a ver que lo
que viene es el viento”, dijo la muchacha al joven. El muchacho hizo lo que le
dijo su esposa. Al llegar a la montaña, el muchacho empezó a darle un machetazo
a cada árbol, y en el momento hizo la ronda a la orilla. Después de haberlo
hecho, dijo: “Vengan, pues, Wamul de Oro, Wamul de Plata, hoy tenés que
hacer tu trabajo”. Luego, vio venir un viento fuerte que tiró todos los árboles.
Hizo entonces la ronda en la orilla y el trabajo quedó terminado.
Cuando se secaron los palos, el suegro, le dijo: “Hoy tenés que ir a quemar el
trabajo. Al llegar encendés el fuego en las orillas. Después de encender el
fuego en las orillas, te metés en el centro para encender también allí”, le dijo el
suegro a su yerno. El muchacho le dijo a su esposa: “¿Qué voy hacer?”, “lo
que me pide nuestro papá, es que tengo que encender fuego en las orillas del
trabajo, luego ,enciendo fuego en el centro”. “Ah, bueno, así te dice”, respondió
la esposa “lo que él quiere es que te mueras. Te envidia mucho.
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Lo que él quiere es que seas quemado por el fuego, por eso te manda al centro
del fuego”, le dijo la muchacha al joven. Después le siguió diciendo: “cuando
quemés el trabajo, primero desocupa un lugarcito en el centro y vas a encontrar
una joya, luego, vas a decir esto: levantate burbuja de oro, burbuja de plata y
verás como el agua se junta a la par de la joya. Después, enciende el fuego en
las orillas del trabajo. Luego de haberlo encendido te metés y enciendes el
centro. Finalmente, te metés en el pozo para que no te pase nada”, le dijo su
esposa. El muchacho hizo lo que le dijo. Cuando llegó, primero desocupó el
centro y encontró la joya pequeña. Luego, dijo: “levantate burbuja de oro,
burbuja de plata”, luego, vio como el agua crecia a la par de la joya. Después
salió a encender el fuego en las orillas del trabajo, luego, entró y encendió el
fuego del centro, después de haberlo encendido se metió en el pozo pequeño.
Su suegro lo estaba espiando y decía: “Hoy si le gané al muchacho”, decía,
“porque junto con él se quemó todo el trabajo”. Muy contento se fue a su
casa. Pero, al muchacho no le había pasado nada, porque se metió en el pozo,
por eso llegó, por la tarde, sano y salvo a la casa, y dijo: “Aquí estoy suegro,
el trabajo quedó todo preparado”, le decía. Su suegro replicó entonces: “¿Por
qué, este sinvergüenza, no se murió?”
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En otra ocasión, el suegro le dijo al muchacho: “Hoy tenés que ir a sembrar
nuestra milpa. En un solo día tenés que dejar sembrado todo”. Luego el
muchacho preguntó a su esposa: “¿Qué voy a hacer, nuestro papá me dice
que debo ir a sembrar milpa y, además, que lo tengo que dejar hecho en un
solo día”. La muchacha le dice al joven: “Es que nuestro papá te tiene mucha
envidia. Lo que él quiere, es que ya te hubieras ido, que salgás de aquí”.
Después, le empezó a decir: “andá y, por favor, esparcé el maíz por surcos. El
nawal del cerro se encargará de ordenarlo, una mata por milpa. Y así lo hizo,
el muchacho, tal como le dijo su esposa. Por eso, el crecimiento era hermoso.
Cuando creció el monte entre las milpas lo empezó a limpiar. La milpa creció
rápido. Cuando los elotes se pusieron sazones; el suegro le dijo nuevamente:
“Hoy tenés que ir y construir el tapisco, en la siembra de milpa porque de
repente los animales le van a hacer daño a la milpa”. “Esta bien”, dijo el
muchacho, se fue y construyó el tapisco, en la siembra de milpa. Un gran
tapisco construyó en el centro del cultivo. Después de haber construido el
tapisco, le dijo a su suegro: “Suegro, ya está construido el tapisco”. “¿Ya está
construido?”, dijo el suegro asombrado. “Ya”, respondió el muchacho.
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“Entonces”, respondió el suegro, “tenés que ir y cuidar la milpa”, le dijo el
suegro. El muchacho le pide nuevamente ayuda a su esposa. Su esposa dijo
entonces: “Ah, ese nuestro papá, te dice así. Pero, eso que te dice, no es para
alegrarse. Lo que él quiere es llamar al águila de dos cabezas, para que el
águila te venga a llevar por encima del tapisco. Tenés que hacer lo que yo te
digo: llévate un chompipe. Cuando llegués, encima del tapisco, colocá el
chompipe encima de tu cabeza. Cuando venga el águila será el chompipe lo
que se llevará”. “Está bien”, dijo el muchacho y así lo hizo. Cuando se fue se
llevó el chompipe debajo del brazo. Al llegar encima del tapisco colocó el
chompipe sobre su cabeza. En tanto, su suegro lo estaba espiando. Lo vio
cuando se subió sobre el tapisco, luego, llamó al águila de dos cabezas. En ese
momento apareció el águila y se llevó el chompipe que estaba encima de la
cabeza del muchacho. Era el muchacho quien tenía que ser llevado, pero el
chompipe el que se fue. El suegro, dijo: “Hoy sí le gané al muchacho porque
se lo llevó el águila”, dijo.
Cuando ya se había ido, el muchacho, llegó a la casa más tarde y le dijo a su
suegro: “suegro, la milpa tiene buen crecimiento y además no ha pasado nada”.
Su suegro se dijo así mismo: “¿Qué clase de gente es este muchacho?, según
yo, se lo llevó el águila. Lo extraño mucho y, además me cae mal”. Por eso la
pareja, que eran sus hijos, dijeron: “¿Qué vamos a hacer?. Hoy sí ya no
aguantamos, es mejor que huyamos”, decían. Pero, ¿qué vamos a hacer?.
“Seguramente van a hablar con nosotros cuando amanezca”, decían. “Lo que
vamos a hacer es ir a traer una pareja de pájaros, un tecolote y un
correcaminos”, decían.
Fueron, entonces, a traerlos y los dejaron en el lugar de ellos, en la cama. Al
siguiente día, cuando amaneció, los papás dijeron: “Levántense niños”. “U,
U”, decían, pero nadie se levantaba. Dijeron, nuevamente, los papás:
“Levántense niños”, Luego, dijeron al muchacho, “prepará nuestro alimento,
prepará nuestro café”. “U, U”, contestaban, pero ninguno se levantaba. Por
tercera vez decían: “muchacho, levantate”. “U, U”, contestaba.
Los papás, dijeron: “Parece que ya no están los muchachos, parece que no
son los que nos contestan”. Fueron entonces a verlos. Cuando abrieron la
puerta vieron que ya no estaban, que era un tecolote y un correcaminos los
que estaban en la cama. Los dos salieron volando cuando los suegros abrieron
la puerta. Los suegros decían “seguramente son nuestros hijos los que se
fueron”. La esposa se enojó con su esposo y lo empezó a regañar, “¿por qué
hiciste corretear a mis hijos?, ¿por qué los envidiás mucho?. Quisiste hacerle,
de muchas maneras, daño al muchacho. Si sólo el muchacho se hubiera ido,
no importa tanto, pero lástima, también mi hija se fue. Ahora, andá a buscar a
mi hija. No habrá tranquilidad entre nosotros hasta que la encuentres”. El esposo
se preocupó mucho y fue en busca de su hija y su yerno. Pero, no los encontró.
Unicamente vio una piedra apropiada para sentarse y una cáscara de zapote
tirada encima de la piedra. Cuando llegó a casa ya era tarde y dijo a su esposa:
“No los encontré, únicamente una piedra y una cáscara de zapote tirada encima
de la piedra”. La esposa respondió: “La cáscara de zapote es mi hija y la
piedra es el muchacho”, decía. “Andá a traerlos”, le decía la esposa a su
esposo. Entonces, el hombre se fue. Al llegar al lugar donde los había visto ya
no estaba la piedra ni la cáscara de zapote. Unicamente encontró a un cerdo y
un perro echados juntos. Cuando llegó a casa le dijo a su esposa: “no encontré
nada, únicamente un cerdo y un perro. Fue lo único que vi”, decía. “¿ por qué
no los trajiste?” Le preguntó la esposa.
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“El coche (cerdo), es mi hija y el perro que está echado junto al cerdo es el
muchacho. Así es que andá y traélos”. Nuevamente se fue el hombre. Cuando
llegó allí ya no estaban. Únicamente encontró una fotografía en una casita y un
hombre parado en la entrada, pero solo los vio y se regresó a la casa. Cuando
llegó, dijo a su esposa: “El coche y el perro ya no estaban, cuando llegué”. La
esposa le preguntó: “¿No encontraste nada?”, le dijo. “Pues sólo una fotografía
que está en una casa y un hombre parado en la entrada. Eso fue lo único que
vi”, respondió el esposo. “No hablé con el muchacho, regresé rápido”
respondió el hombre a su esposa. Su esposa, le dijo: “Y, ¿por qué no los
trajiste?. La fotografía que decís es mi hija y el hombre es el muchacho. Así es
que tenés que ir a traerlos”, decía la esposa a su esposo. Regresó otra vez el
hombre, cuando llegó ya no estaban. Por eso regresó a la casa y le dijo a su
esposa “ya no están”. La esposa le respondió, “coche, ¿Por qué no los
trajiste?, ya que los habías visto y además encontrado”, decía la esposa a su
esposo. El hombre se cansó demasiado, por eso ya no siguió buscándolos.
Cuando el papá dejó de buscarlos, entonces, la muchacha le preguntó al
muchacho: “¿Qué vamos a hacer? parece que nos van a ganar”. “¿Por qué?”
preguntó el muchacho a la muchacha. “Nuestro papá está muy enojado con
nosotros, lo que él quiere es matarnos. Por eso va a llamar a San Gabriel para
que los rayos o la tempestad nos mate”. Le decía al muchacho.
El muchacho preguntó, “y ¿Qué vamos a hacer?. La muchacha respondió :
“Lo que vamos hacer es bajarnos en los dos pozos. Bajá en el pozo azul,
porque si bajás al pozo cristalino te dañarás el cuerpo. Ahora yo voy a estar
en el pozo cristalino”
Cuando estaban en los pozos, empezó la tempestad y mató a la muchacha,
porque se miraba bien en el agua cristalina. En cambio, al muchacho no le
pasó nada, porque él estuvo en el pozo azul. Al salir del agua, el muchacho se
dio cuenta que su esposa ya no estaba en el pozo, únicamente su cabello había
quedado. Moviéndose de un lado a otro, sobre el agua, dijo: “UW, UW, hoy
sí nos separaron querida esposa, esto no tiene solución. Ahora sí tengo que
irme sólo a casa”, decía.
Únicamente el cabello se llevó y se marchó a su casa. Cuando llegó a su casa,
dijo a su mamá: “Discúlpeme, regresé por todo lo que me ha sucedido”. le
dijo a su mamá. “Ya viste”, respondió la mamá, “eso fuiste a ganar, yo te
anticipé que no te fueras”, le dijo su mamá.
El muchacho fue a traer un apaste de barro y lo puso boca abajo en el interior
de la casa, luego, puso el cabello debajo del apaste; y dijo a su mamá: “Mamá,
no vayas a levantar este apaste”. Pero, su mamá no le hizo caso y levantó el
apaste. De repente salió un pájaro tan hermoso debajo del apaste y se fue
volando.
Por la tarde, cuando el muchacho llegó fue y levantó el apaste y observó que
ya no había nada adentro, por lo que le preguntó a su mamá : “Mamá, ¿usted
levantó el apaste?”
“Sí yo fui”, dijo la mamá. “Y, ¿qué encontraste en su interior?”, le dijo el
muchacho. Su mamá, respondió: “Un pájaro tan hermoso que salió volando.”
Al escuchar esto, el muchacho perdió el conocimiento por la tristeza y se dijo
así mismo: “Hoy sí nos separaron para siempre, esposa mía, para siempre”.
Entrevistado: Juan Tepaz Tuy.
Entrevistadora: María Cleotilde Tepaz López.
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EL TRAGALEGUAS
Dice que cuando la virgen Catalina viajaba por la costa a visitar los lugares,
encontró, en medio camino, a un hombre alto montado en un caballo, con el
cual recorría largas distancias, y se pusieron a platicar.
El hombre quería casarse con Catalina, pero Catalina no aceptó. En el lugar
donde el hombre se paraba, quedaron dos huellas marcadas sobre una piedra,
la del hombre y la de su caballo. El lugar se conoce hoy como
“CHWARAQAN KEJ”, (que significa, la punta del pie del caballo).
Cuentan los abuelos, que si Catalina se hubiera casado con Tragaleguas no
fuera la Patrona de nuestro pueblo.
Ch’ob’ol re: Pascual Guachiac Cajtunaj
Nik’onel: Ana María Guachiac Tambriz
Origen de los apellidos en el pueblo de Santa Catarina Ixtahuacán
En aquellos tiempos, según cuentan nuestros padres, los apellidos se originaron
cuando nuestro abuelos fueron a traer la campana. De ahí empezaron a surgir
nuestros apellidos.
A los que caminaban por la noche cargando ocote con fuego, les llamaron
GUARCHAJ. Los que usaban faja para sostener la campana, se les llamó
TEPAZ. Los que usaban pañuelos, fueron llamados PACHECO y los que
usaban petate, fueron llamados AJPOP. Y a los abuelos que soñaban mucho,
provocaban risas y participaban en el baile de gracejos, se les llamaron TZEP.
Los que hacían lodo para adobe, fueron llamados XOCOL y los que trabajaban
con madera, fueron llamados AJTZALAM.
Ch’ob’ol re: Pascual Guachiac Cajtunaj
Nik’onel: Ana María Guachiac Tambriz
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Leyenda del Cerro Tolomaq’
En aquellos tiempos, nuestros abuelos decidieron traer la campana del cerro
llamado “TOLOMAQ’”. Debido a la poca cantidad de personas que asistieron
y lo pesado de la campana, no lograron trasladarla. Para cargarla, la gente se
quitó la faja que cada uno tenía puesta y con ellas la amarraron y la cargaron.
La gente se cansó demasiado y decidió descansar, quedándose dormidos.
Cuando se despertaron y querían levantar la campana, ya no pudieron. Al
levantar la vista se dieron cuenta que en la campana se había enrollado una
gran serpiente. Del susto, la gente ya no quiso llevarse la campana al pueblo de
Santa Catarina Ixtahuacán. Fue así cómo la campana se quedó en el cerro que
recibió el nombre de “TOLOMAQ’”.
Cerro Tolomaq’ ubicado a la orilla de la carretera
interamericana al norte, en el sur del cerro se localiza
la aldea Xepiacul, Santa Catarina Ixtahuacán.
Cuenta la gente que el sonido de la campana es muy fuerte y su eco llega hasta
la costa. En otros lugares dicen que la campana aún permanece en el cerro.
Ch’ob’ol re: Lucía y Tum
Nik’onel: Catarina Ofelia Xocholij Tepaz

JUEGOS Y DIVERSIONES DE NUESTROS ANTEPASADOS
El Juego de Pelota
Nuestros antepasados se divirtieron jugando a la pelota. En esa época lo hacían
con piedra, actualmente la pelota es de plástico o de cuero.
Nuestros abuelos tenían una forma muy particular de jugar. Utilizaban las rodillas
y el pecho para circular la pelota. No utilizaban los pies ni la cabeza.
Ch’ob’ol re: Lucía Tum y Tum
Nik’onel: Ana María Guachiac Tambriz
Jugando con lodo y barro
En la época de nuestros abuelos, se jugaba con lodo y barro para moldear
muñecos, figuras y máscaras de animales, utensilios de cocina; además, las
niñas jugaban con muñecas de madera y los niños con camioncitos de madera.
Ch’ob’ol re: Manuel Ajtzalam Tepaz
Nik’onel: Pedro Angel Tzoc Ajtzalam
Juegos y diversiones en la aldea Tzampoj
Ø En la época de nuestros abuelos, se jugaba con el maícillo, los granos lo
usaban como maíz y las hojas para envolver los tamalitos.
Ø Las hojas de la planta, llamada “Chachalb’e”, la utilizaban como dinero.
Ø La fruta del árbol, llamado “Tzajón”, la utilizaban como jabón, pues el
jugo es similar a la espuma del jabón.
Ø Las niñas utilizan como muñeca la raíz de los árboles grandes, la componen
para moldearla y darle la forma de una muñeca.
Ch’ob’l re: Máximo Tambriz y Tambriz
Nik’onel: Catarina Angela Ca Tzep

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